Cómo pronunciar tu nombre en otro país
Tu nombre (o al menos el mío) puede sonar muy distinto dependiendo el país donde estés.
De chica no me gustaba mi nombre. Me parecía que la letra F era muy difícil de dibujar y envidiaba a mis amigas con nombres que empezaban con M o con C; esas letras tan lindas y elegantes. Podían escribirse con curvas delicadas, lindas a la vista. La F de mi nombre era imposible, cuadradísima, con tantos ángulos rectos que las variaciones tipográficas eran una peor que la otra.
Cuando nací, mi nombre no era un nombre común en el lugar donde vivían mis papás. A la gente le costaba recordarlo. Mi mamá cuenta que mi abuelo me llamó Franchesca como por un año hasta que le entró mi nombre correcto. Entre los años 1987 y 1989 hubo una ola gigante de Francinas (según mis cálculos yo soy la segunda de la ciudad, pero habría que chequearlo) y a partir de ese momento se convirtió en un nombre conocido. Tal vez no lo era tanto como Lucia o Florencia, pero ya nadie de la ciudad se sorprendía al escuchar mi nombre.
Algo muy raro pasó cuando me mudé a La Plata para estudiar. Cuando me presentaba, mis compañeros se extrañaban al escuchar mi nombre, nadie lo había escuchado antes. De chica era bastante tímida, y en la adolescencia fui muy introvertida, pero ahora, en un ambiente social nuevo, con este nombre que ahora era raro y especial, sentía que tenía la oportunidad de reinventarme. Mi nombre me dio el empujón para reconstruir mi personalidad: era único, y yo también podía serlo.
Hace poco me encontré con otra Francina en Substack y fue muy loco. No estoy acostumbrada a cruzarme con tocayas. Ella puso un like en una de mis publicaciones y los primeros segundos no entendí lo que estaba pasando. “A Francina le gusta tu post” Me habría equivocado y apretado el corazoncito yo misma? Pero esa no era mi foto de perfil. Enseguida le escribí por privado, no pude contenerme. La conversación fue así:
Francina (yo): Hey! soy muy curiosa! de dónde sos? yo de Junin, y creo que soy la segunda Francina del lugar (nací en febrero del '88). Después hubo varias y ya es un nombre común ahi. Cuando me mudé a La Plata para estudiar me di cuenta que tenía un nombre especial :)
Francina (la otra): Era tan obvio 😂😂😂 también soy de Junín. Del 92. Hace años vivo en Capital y la gente se sorprende así que todavía es terreno sin descubrir. Y podés creer que me paso igual!!! En Junín sentía que era normal y acá, cada vez que digo mi nombre, pienso wow super original.
Francina (yo): Jajaja Junín es el nido de Francinas. Qué loco! Algún día voy a escribir sobre esto…
Francina (la otra): Absolutamente!!!! Bueno, espero ese post entonces 🫶
Y unas semanas después acá estoy, escribiendo sobre nuestro nombre.
Acarreando el nombre “raro” por el mundo
Cuanto más me alejo de Junín, más raro suena mi nombre. Cuando crucé el océano Atlántico para vivir en Francia me llamaron Francine (pronunciado Francin), cuando me mudé a Canadá pasé a ser algo como Frencina (¡cómo les cuesta marcar las vocales castellanas a los norteamericanos!), y ahora, en Italia automáticamente me llaman Franchesca. Si estoy haciendo un intercambio rápido con la persona, lo dejo pasar, pero si sé que la voy a seguir viendo, insisto en que retenga bien mi nombre correcto. A veces tengo que ceder un poco y dejarme llamar “Franchina”. En italiano, la c se pronuncia como una ch castellana y es difícil para algunos italianos entender cómo se escribe mi nombre si no dejo que me llamen FranCHina. Mis amigos tanos más cercanos, aunque entienden la pronunciación de mi nombre, me llaman Franchi y me divierte, siento que estoy explorando una nueva personalidad con mi yo italiana. Aunque a mi novio italiano lo obligué a que cambie el Franchi por el Fran (no le fue muy fácil) porque con él quiero sentirme en casa, quiero ser la Francina original, la verdadera.
La semana pasada entré al gimnasio y el chico de la recepción me preguntó si estaba ahí por la clase de Pilates —habían tenido que cancelarla a último momento y habían tratado de llamarme sin poder comunicarse conmigo—. Le pedí que se fijara si tenía bien mi número porque yo no veía ninguna llamada perdida en el celular.
– ¿Cómo era tu nombre?
– Francina.
– ¿Franchesca?
– No, Francina.
– [Ojos en blanco]
– Bueno, FranCHina.
– Ah, sí, acá estás, ¿es este tu número?
Pros & cons de mi nombre raro
Cada tanto me toca trabajar para pagar las cuentas. Mi trabajo lo hago en inglés, y la mayor parte del tiempo con gente de Estados Unidos. A veces siento que cuando las personas con las que trabajo leen mi nombre, van a pensar que no soy buena en lo que hago (escribir en inglés) por tener un nombre muy latino y obviamente el inglés no va a ser mi primera lengua. Pero otras veces, mi nombre particular me puede jugar a favor.
De vez en cuando me tocar contactar a periodistas científicos para hacerles saber sobre nuevos descubrimientos que están haciendo las farmacéuticas con las que trabajo. Es difícil que estos periodistas respondan a este tipo de emails y que acepten entrevistar a gente de la farmacéutica porque reciben muchos de estos mensajes al dia y tienen que ser muy selectivos. Pero yo tengo la ventaja de que, al leer mi nombre, hay altas chances de que se acuerden quien soy porque alguna vez ya les escribí, o ya hablamos antes, o yo trabajaron conmigo en algún otro proyecto. ¡¿Con cuántas otras Francinas se puede haber cruzado un periodista científico norteamericano?! Una vez, la editora de una revista relevante del campo en el que trabajo me dijo en nuestro primer intercambio de emails: what a pretty name! (¡qué nombre más lindo!) y me encantó que lo haya remarcado.
Conclusión no tan conclusiva
Creo que alguna vez mi mamá me dijo que Francina era la versión catalana del nombre Franchesca. Aunque hice buenas amigas de Barcelona en mis años franceses, nunca me animé a preguntarles si lo que decía mi mamá era verdad. Prefiero guardarme el misterio y seguir orgullosa de tener un nombre especial.
Soy Francina, una argentina perdida (o encontrada) por el mundo. Empecé esta newsletter con la idea de armar una comunidad en la cual compartir experiencias de vivir una vida intercultural —profesional o sentimentalmente—.
Soy Francina y lo seguiré pronunciando así en cualquier país en el que viva 🌎.
*Tres cositas más antes de dejarte ir*
1. Respondé a este email para compartirme alguna de tus experiencias o anécdotas teniendo una vida intercultural (juro que respondo).
2. Si todavía no lo hiciste, te podés suscribir acá. Y me ayudarías mucho (MUCHISIMO) si compartieras esta newsletter con conocidos a los que pienses les pueda interesar.
3. Además de vivir una vida intercultural, también tengo varias personalidades: soy la hippie nerd en Instagram, and Dr. Agosti on LinkedIn.
Gracias por leerme y nos vemos en tu bandeja de entrada la semana que viene 🙂
Cheers! À bientôt! Ciao! ¡Nos vemos!
A mi me pasa lo mismo con los latinos y los ingleses.
Uno saca una "T" y a el otro no le gusta el "EO" final.
Puedo confirmar que te hace sentir distinto y estamos hablando de una, máximo dos, letras, que locura!
Honestamente como me siento con el Matt, me gusta más.
Más "fuerte", con más confianza.
Muchos años atrás, cuando encontraba chicas extranjeras me gustaba introducirme con el Matt jaja que idiota
¡Qué genial encontrar otra juninense por acá! Vine a leer tu post para confirmar si eras de Junín ☺️. Tengo amigas Francinas y también me pasó de enterarme que no era un nombre tan conocido cuando fui a estudiar a La Plata.
Me llamo Pía y me pasa como a vos, me resulta muy raro encontrarme con tocayas. ¡Te sigo leyendo!